No ocultes una herencia si estás en trámite de la “segunda oportunidad”

La Ley de la Segunda Oportunidad (y la normativa concursal que regula los concursos de acreedores) está pensada para permitir que quienes atraviesan graves dificultades económicas puedan liberarse de sus deudas. Pero ese mecanismo se basa en un principio fundamental: la transparencia. Y cuando un deudor decide ocultar una herencia que le corresponde —o el hecho de que ha sido llamado a heredarla— esa transparencia desaparece.

Recientemente, la Audiencia Provincial de Salamanca, ha dictaminado con total claridad: quien oculte un bien relevante —como una herencia— no puede ser considerado de “buena fe” y, por tanto, no merece beneficiarse de la exoneración del pasivo insatisfecho.

Un ejemplo real con consecuencias graves

El caso que analizó el tribunal era sencillo en sus hechos: un hombre, al que llamaremos “Matías”, solicitó su concurso de acreedores. Tenía unas deudas de unos 21.000 €. El juez aprobó la exoneración y parecía que todo terminaba ahí. Sin embargo, días antes, Matías había aceptado una herencia de su padre —valorada en más de 26.000 €— y no lo declaró al juzgado.

Cuando la entidad acreedora se percató del error, solicitó la revocación de la exoneración. El tribunal no dudó: revocó la exoneración, reabrió el concurso y permitió que los acreedores reclamaran nuevamente la deuda. Una decisión que demuestra que ocultar una herencia —o dejar de declarar un patrimonio— puede revertir por completo la posibilidad de “empezar de cero”.

¿Qué exige la ley?

• En un concurso de acreedores —o en la gestión de una herencia yacente— deben declararse todos los bienes, derechos y obligaciones, incluidos los derechos sucesorios.

• Si el deudor oculta información, puede perder el derecho a la exoneración del pasivo insatisfecho, y su concurso puede ser calificado como “culpable”.

• Incluso si la herencia no ha sido aceptada “pura y simplemente” —pero existe el llamado a heredar— ese derecho ya forma parte del patrimonio del concursado.